Con Quino entendí de la mejor manera, que el humor no es solo aquello que te saca una carcajada sonora, si no también lo que te deja parado en el medio de la reflexión y la (auto)crítica. Su ingenio es infinito y fue a través de su dibujo (detallado deliciosamente) y acompañado de sus personajes que encontró la forma de convidarnos un poco de él. ¡Gracias y hasta siempre!
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